Gurutzi y la ermita de Magdalena de Izaro

La gran aportación de Gurutzi Arregi a nuestra cultura popular ha sido su monumental Ermitas de Bizkaia (1987), tres tomos que recogen, una a una, la ficha, los datos etnográficos y los datos históricos de todas las ermitas del territorio. Las ermitas son un elemento, aparentemente menor, de nuestra cultura y de nuestra historia pero que han sido muy importantes como vertebradoras de nuestra sociedad rural y tradicional, así como fieles testigos de nuestra historia desde la Edad Media.

Gurutzi recorrió, con cariño y dedicación, durante 12 años, desde 1974 a 1986, todas las localidades de Bizkaia y todos sus barrios, hasta los más alejados y de difícil acceso, documentando los restos materiales que quedaban, a veces sólo su recuerdo y, siempre, los datos y las vivencias de los habitantes de los caseríos vecinos. Las fotos, los planos del edificio y los mapas de cada municipio señalando la ubicación de todos estos humildes edificios religiosos han quedado recopilados y publicados para la posterioridad. Hoy en día ese trabajo sería imposible por los cambios que ha sufrido nuestra sociedad tradicional, por los nuevos usos y la rehabilitación de muchos caseríos como segundas viviendas de urbanitas o múltiples chalets y casas de campo que han cambiado el tipo de personas que han ido a vivir al campo, modificando profundamente su sociología y desapareciendo, en muchos casos, los genuinos habitantes de esos barrios que han mantenido las tradiciones, la lengua, el recuerdo y las costumbres tradicionales.

Aquella ingente labor de Gurutzi culminó con la defensa de su Tesis Doctoral en la que pasó de la etnografía, describiendo este elemento de la vida tradicional, a la etnología o antropología social, analizando en profundidad la religiosidad popular y sus múltiples facetas: Origen y significado de las ermitas de Bizkaia (1999). Esta ha sido su gran labor personal que se suma a su capacidad organizativa y dinamizadora como coordinadora de los grupos Etniker que han culminado la confección del Atlas Etnografico de Vasconia. Otra obra insustituible realizada en equipo por un centenar de investigadores de todos los rincones de Vasconia.

Pero a Gurutzi le quedó una ermita por visitar. Yo le acompañé a visitar y a recoger los datos de todas las ermitas de Bermeo, con especial hincapié en San Juan de Gaztelugatxe por la que ambos sentíamos un especial cariño. Para visitar la isla de Izaro había que organizar la expedición minuciosamente porque el desembarco en la isla es peligroso: no hay puerto, ni muelle, sólo rocas desnudas en las que rompen las olas. Hablamos con los miembros de la Cruz Roja de Bermeo que, amablemente, nos organizaron una embarcación para acercarnos a la isla y una zodiac para desplazarnos de la embarcación hasta la isla. El día señalado, cuando llegamos al puerto, el tiempo era regular, pero Gurutzi quería acercarse a la isla e intentar ver lo que queda de la ermita de la Magdalena que se hizo aprovechando las ruinas del convento franciscano que existió en la isla de Izaro entre los siglos XV y principios del XVIII.

La embarcación nos condujo hasta la parte de detrás de la isla desde donde, habitualmente, se accede a tierra y allí, en mar abierto, la marejada impedía cualquier aproximación a la isla. En medio de unas olas inmensas que formaban una banda de espuma rodeando toda la isla, nos acercamos lo que pudimos para fotografiar, malamente, el montón de ruinas que se conserva del convento y de la ermita y, rodeando la isla por el norte tuvimos que volver a puerto sin poder hacer el estudio sobre el terreno de la última ermita de Bizkaia. Una vez publicada las Ermitas de Bizkaia, yo he tenido ocasión de explorar y documentar las ruinas que se conservan en la isla, aunque siempre me quedó esa espina clavada del intento de visitarla con Gurutzi y de la pena que tuvo por no poder llegar hasta ese recóndito lugar. 

Anton Erkoreka